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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Cuando todo puede pasar




Hablaremos ahora de una bellísima historia llamada “El tigre y la nieve”, protagonizada por el genial Roberto Benigni y Nicoleta Braschi, los mismos protagonistas que nos encontramos en “La vida es bella” y que, curiosamente, consiguen darle muchas pinceladas de semejanza a ambas películas, llegando a recordar una a la otra en algunos, si no muchos, momentos.

La historia que se nos cuenta comienza en Italia, donde vive nuestro protagonista, Attilio, un poeta y profesor universitario de cierto éxito que está completamente enamorado de una mujer, Vittoria, con la que sueña casarse todas las noches pero que lamentable lo rechaza una y otra vez por mucho empeño que él ponga en la tarea. Es más, mientras mayores son sus esfuerzos mayores parecen ser las negativas de ella, lo que en nigún momento lo hace desistir ni dejar de lado su increíble y sempiterna alegría por la vida y su buen humor.

Por otra parte, Attilio es buen amigo de Fuad, un escritor iraquí de gran fama que vive en Francia pero que va a volver a Bagdad porque quiere estar junto a los suyos en caso de que comience la guerra de Irak (cuando sucede esta historia aún no había empezado). Vittoria está trabajando en su biografía, y viaja hasta allí para terminar sus entrevistas, pero tiene la mala fortuna de ser víctima de uno de los muchos bombardeos que está sufriendo la ciudad, entrando en coma. Cuando Attilio sea informado por su amigo, viajará hasta Bagdad para estar junto a su amada y hacer lo posible por que ésta se recupere. Pero las circunstancias son muy precarias y preocupante la gravedad de Vittoria, por lo que Attilio deberá enfrentarse a todo  y todos sin descanso si quiere tener alguna posibilidad de éxito.

Y ya no os cuento más de la historia para no estropeárosla. Desde mi punto de vista se trata de una de las películas más bonitas que he visto, muy al estilo de “La vida es bella”, como ya os he comentado, y que tiene una calidad humana e interpretativa envidiable, al tiempo que permite realizar una crítica a la situación de Irak, a su forma de vida y al conflicto armado que estaba a punto de comenzar.

Genial Roberto Benigni en su papel de Attilio, casi calcado al de “Guido” pero actualizado, rebosante de alegría, de buenas intenciones y con una humanidad que muchos ya quisieran (entre los que me encuentro, jaja). Permite hacernos llegar las penurias por las que ha de pasar así como la alegría que es capaz de transmitir a los suyos con tal de hacerles pasar por dulce el trago más amargo. Nicoleta Braschi también hace muy bien su papel, aunque mucho más breve que el de Attilio. Mención especial a la actuación de Jean Reno interpretando a Fuad, que si bien es un secundario hace subir el nivel de la cinta un poco más si cabe.

Con respecto al desarrolo de los acontecimientos, la primera vez que la vemos resulta un tanto extraña, ya que hay escenas que en un primer momento no sabemos muy bien qué significan o qué sentido tienen para el resto de la película, pero luego todo acaba encajando. La acción, de la mano de Attilio, es casi constante, por lo que no nos aburriremos ni un instante, lo que es de agradecer.

Desde mi punto de vista la recomiendo totalmente, a no ser que no os guste este actor, ya que en este caso será mejor que la dejéis a un lado porque os acabará cansando.